Aún me queda esperanza.

Las despedidas se vuelven dulces y amargas a su vez,
Variables, dolorosas...

En algunas ocasiones las personas se despiden,
Se explican y reconcilian,
En otras sencillamente se hacen los fuertes,
No hablan y se muestran enteros.

En esas ocasiones es cuando más dolida me encuentro,
Cuando más me duele,
Cuando más extraño.... necesito.

Llevo varios días viendo sufrir a una amiga por la salud de otra persona,
Llevo varias semanas sintiendo el trato frío de un amigo,
A pesar de que veo el nudo que se forma en su garganta,
Al yo notar su indiferencia...

Veo como a pesar de sus palabras,
Sus ojos se disculpan en una mirada...
Una mirada que me envolvía con amor y dulzura.

Hoy no soporté más la intriga,
Me acerqué, lo encaré y hablé...
Su respuesta calo en mi alma,
Laceró mi corazón  y provoco suspiros en mi alma.

A pesar de su risa al hablar,
Notaba sus ojos rasados de angustia.

Y al hablar mis palabras lo envolvían,
Cobijaban y animaban.

Devolviendole la esperanza y la tranquilidad...
Aunque sea por unas horas.

Al verlo dormir acurrucado en el pasto,
Su rostro reflejando menos años,
Sus suspiros haciendo subir y bajar su pecho.

Sus ojos que en ocasiones se entreabrían
Mirándome detenidamente,
Buscaban mis ojos como remanso de paz.

Se mostraban fuertes y sonreían honestos,
Pero cuando sus hermosas orbes avellanas se movían por un momento,
Mis ojos dejaban escapar algunas lágrimas de preocupación contenida.

-Todo irá bien, no es nada-.
Me dice seguro, intentando mantenerme en calma.

-Claro, todo irá bien,
Siempre estaré para ti-.
Prometo con el alma entera.

Hoy al verlo partir,
De camino a mi hogar lloré amargamente,
Mi corazón tiene esperanza,
Mi mente me consuela...
Mi alma me anima,
Pero en el fondo....
La duda carcome mis sentidos.