lunes, 29 de octubre de 2012

Chocolate para el corazón.


En una soleada tarde,
adormilada entre tronco y sacate,
escribiendo me encuentro.

En una fresca sombra,
aislada del cálido día,
recuerdo viejos tiempos que parecen fantasía.

En un cálido soplo,
se lleve mi suéter el viento,
el Sol comienza a decender.

Entre rimas y prozas sumergida,
me encontraste mirándome y riendo
con alegre risa cantarina.

En un segundo me desliso,
dándote cabida entre las ramas y hojas,
me invitaste a tu lado,
extendiendo dulcemente tus brazos.

En un momento,
el sonrojo se apoderó de mi rostro
y la indecisión se hizo presente en mis pensamientos.

Sin fijarme en el tiempo,
en una sonrisa y perdida mirada,
me acerqué a tu regazo donde me quedé acurrucada.

El Sol decendía,
cambiando las tonalidades del día,
iluminando de lleno mi cuerpo,
el cuál parecía que se adormecía.

Preocupado extendiste,
la suave tela del suéter cubriendome bien en tu regazo.

Perdida me encontraba,
en el deleite de tu compañía
y el arrullo de tus palabras.

Dulce como siempre,
rebuscaste en tu mochila,
hasta encontrar una colorida bolsilla
que te hizo sonreír con alegría.

Mi mirada naufragaba,
en el mar de tu mirada,
maravillada entre pupilas dilatadas.

La noche ya venía,
y en tu regazo yo seguía,
sutilmente colocaste,
un pequeo paquete de dulce coquetería.

Una bolsa corrugada,
de letras moradas y acartonadas,
acompañaban el olor de chocolate y fresas que contenía.

Intrigada agradecía,
mientras mis manos el paquete abrían.

Mi mirada se encontraba,
grabando la figura de tan dulce galantería.

Un corazón de puntas redondeadas,
se mostraba en cada pieza
de esta dulce chocolatería.

Un beso en la mejilla
que destilaba alegría,
con una sonrisa tierna
envuelta en dulces palabras mientras agradecía.

Cuidadosa en mi bolso resguardaba,
los redondetes chocolates,
de apariencia deliciosa pero fría.

La noche ya caía,
me hiciste a casa volver,
empujada por la curiosidad urgaría,
el contenido de aquella púrpura bolsita.

Tomé  una pieza,
dándo una pequeña mordida
y sonreí relamiendo mis labios al encontrar
el sabor que tanto me agradaría.

Amargo exterior,
conteniendo dulce delicia,
dura apariencia y sueve intensión.

Así como el chocolate,
era tu declaración.

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